El milagro de Oyón: cómo la minería transformó el acceso a salud
junio 27, 2025 7:54 am
Ubicada en la sierra central del Perú, a más de 3,600 metros sobre el nivel del mar, la provincia de Oyón era, hasta hace poco, una de tantas regiones rurales que parecían haber sido olvidadas por el desarrollo. Con una geografía accidentada, caminos difíciles y un clima severo, acceder a servicios básicos como salud o educación era, durante décadas, una odisea para sus habitantes.
Las postas médicas carecían de equipamiento y personal suficiente, y los casos de emergencia debían ser trasladados a la capital provincial o incluso a Lima, en viajes que podían tardar más de seis horas por carretera.
La situación comenzó a cambiar con el desarrollo de proyectos mineros en la zona, particularmente vinculados a la explotación de zinc, plomo y plata. A diferencia de experiencias pasadas en otras regiones, en Oyón se puso en marcha un modelo de gestión participativa, en el que las comunidades locales, las autoridades regionales y las empresas mineras buscaron construir un enfoque conjunto de desarrollo territorial.
En ese marco, la salud fue una prioridad compartida.Uno de los cambios más significativos fue la inversión directa de las empresas mineras en infraestructura sanitaria.
A través de convenios con el Estado y organizaciones sin fines de lucro, se logró construir centros de salud bien equipados en varias comunidades. Estas instalaciones cuentan hoy con consultorios, laboratorios básicos, salas de emergencia, farmacias, servicios de obstetricia y ambulancias de respuesta rápida. Además, se incorporó tecnología sostenible, como paneles solares y sistemas de agua potable, garantizando el funcionamiento incluso en los sectores más aislados.
Pero el cambio no se limitó a lo físico. Parte fundamental del avance fue la inclusión de personal médico permanente en las zonas rurales. Gracias al financiamiento de programas mineros de responsabilidad social, se contrataron médicos, enfermeros y técnicos que, con incentivos adicionales, se comprometieron a trabajar en zonas altoandinas. También se desarrollaron programas de formación para jóvenes locales, quienes se capacitaron como promotores de salud comunitarios, facilitando así la atención en sus propias comunidades, en lengua quechua cuando fue necesario, y en estrecha relación con las costumbres locales.
Asimismo, las campañas de salud preventiva, vacunación y educación sanitaria se intensificaron. En algunos distritos, los índices de anemia infantil, enfermedades respiratorias y desnutrición crónica disminuyeron notablemente en pocos años.
La mejora no solo fue estadística; fue percibida y vivida por la población. Familias que antes caminaban horas por atención básica ahora pueden acceder a servicios cerca de sus viviendas. Mujeres embarazadas acuden a controles con regularidad y los partos son atendidos en condiciones dignas.
Un elemento clave de este “milagro” ha sido la voluntad de diálogo. Las mesas de desarrollo creadas para dar seguimiento a los compromisos mineros permitieron que la voz de las comunidades tuviera peso. Se discutieron prioridades, se fiscalizó el uso de los fondos y se logró que los proyectos de salud respondieran a necesidades reales y no solo a estadísticas. Lejos de imponer soluciones, el proceso fue de construcción conjunta.
El caso de Oyón demuestra que la minería, cuando se gestiona con responsabilidad, visión de largo plazo y enfoque humano, puede convertirse en aliada del desarrollo. No se trata simplemente de extraer recursos, sino de retribuir a los territorios generando condiciones para una vida mejor.
Hoy, Oyón cuenta con una red de salud que, si bien aún enfrenta desafíos, es muy superior a la de hace una década. Lo que antes era abandono, hoy es acceso. Lo que antes era resignación, hoy es esperanza.Y aunque no todo ha sido perfecto ni libre de tensiones, el ejemplo de esta provincia andina muestra que sí es posible: la minería puede ser parte de la solución.
En Oyón, salud y dignidad dejaron de ser promesas y se convirtieron en realidad.
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