De reserva estratégica a motor económico: la relevancia del oro

septiembre 4, 2025 6:01 pm

En mundo cada vez más interconectado y sensible a las fluctuaciones de los mercados internacionales, el oro ha reforzado su papel como un recurso de alto valor estratégico. No se trata solo de un metal precioso; es un activo financiero global, un respaldo para las economías emergentes y un componente clave en el diseño de políticas monetarias y fiscales. La creciente demanda mundial, motivada tanto por la inversión como por la industria tecnológica, ha elevado significativamente su precio, colocándolo por encima de los US$ 3 400 por onza. Esta tendencia genera oportunidades claras para los países productores que saben cómo gestionar su potencial de manera inteligente y sostenible.

El oro cumple múltiples funciones dentro de una economía moderna. Su exportación genera divisas que fortalecen la balanza de pagos, estabiliza la moneda local y ofrece margen de maniobra para el financiamiento público. En paralelo, atrae inversión extranjera directa, impulsa el desarrollo de cadenas de valor industrial, dinamiza economías locales y crea empleos bien remunerados en regiones que, en muchos casos, enfrentan limitadas alternativas productivas.Sin embargo, extraer y aprovechar este recurso de forma eficiente requiere de visión, planificación y un marco institucional sólido. La sostenibilidad no debe ser vista como un obstáculo, sino como una condición indispensable para asegurar que los beneficios del oro se mantengan en el tiempo. Esto implica priorizar prácticas mineras responsables, aplicar tecnología de punta, garantizar la transparencia en la gestión de los ingresos y promover alianzas público-privadas que integren objetivos económicos, sociales y ambientales.

En este escenario global, la República Dominicana ha demostrado que es posible convertir el oro en un verdadero motor económico. Durante el último trimestre, la minería se posicionó como el sector de mayor crecimiento en el país. Solo en julio de 2025, la producción de oro aumentó más de un 30 % respecto al mismo mes del año anterior, impulsada tanto por un mayor volumen extraído como por el incremento en el precio internacional. Esto permitió que el valor de las exportaciones de oro se duplicara, superando los US$ 236 millones en ese mes. Este salto no solo fortaleció la posición externa del país, sino que generó ingresos fiscales significativos que se traducen en recursos disponibles para financiar salud, educación e infraestructura.

Además, los aportes del oro van más allá de los números macroeconómicos. En las zonas mineras, se observa un efecto multiplicador que dinamiza las comunidades, estimula el emprendimiento local y mejora la calidad de vida. La industria minera formal en el país emplea a miles de personas con salarios superiores al promedio nacional y promueve programas de capacitación que incrementan la empleabilidad y las competencias técnicas de la población.La clave del éxito radica en asumir la minería del oro como una actividad estratégica de largo plazo. Es decir, no limitarse a exportar el metal, sino integrar su explotación a un modelo de desarrollo nacional que maximice el valor agregado y minimice los impactos. Esto incluye invertir en investigación, asegurar la recuperación ambiental de las zonas intervenidas, optimizar los mecanismos de fiscalización y redistribución de los ingresos, y fomentar la participación activa de las comunidades en el proceso de toma de decisiones.

El oro tiene el potencial de seguir siendo un catalizador del desarrollo. Pero esto solo será posible si se mantiene un compromiso firme con la sostenibilidad, la eficiencia y la transparencia. Convertir un recurso natural finito en un legado de bienestar para futuras generaciones es el verdadero desafío. Y también, la mayor oportunidad.

La República Dominicana cuenta con el conocimiento, la capacidad institucional y el respaldo del contexto internacional para consolidarse como un modelo de minería moderna. Un modelo en el que el oro no solo brille en los mercados, sino también en los indicadores sociales, en la equidad territorial y en la visión de país que queremos construir.

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